Se viene tochaco pero creo que puede ser interesante.
Muchos ya me conocéis desde hace tiempo y sabéis que intento ser bastante crítico con muchas noticias y que alguna vez, creo que os he demostrado que hay al menos argumentos objetivos para coger según qué cosas con pinzas.
Como soy curioso, sigo algunos podcast sobre ciencia (serios) y en uno de ellos mencionaron un artículo publicado en la revista Nature (una de las más prestigiosas del mundo), que trataba sobre las noticias falsas y aquí más o menos os lo traduzco y comento.
Este estudio liderado por Dean Eckles científico social del MIT, analizó más de 126000 noticias y su repercusión a través del seguimiento de 3 millones de usuarios de Twitter. Se trataba de ver qué noticias eran falsas, cuáles ciertas y cómo se expandían de unos usuarios a otros. Y es un tema de gran importancia, porque las noticias falsas han tenido mucha relevancia en hechos transcendentes como la elección de Donald Trump o el triunfo del Brexit.
Se constató, que las noticias falsas son más atractivas, las sigue más gente y se extienden a velocidades muy superiores. Así, solo unas pocas notiicas ciertas llegaban a 1000 usuarios, mientras que el 1% de las noticias falsas, llegaban incluso a 100.000 twiteros. La velocidad de propagación de las noticias en el caso de ser falsas, es mucho más alta. por ejemplo, entre las noticias que llegaron a 1500 usuarios, las falsas lo hicieron a una velocidad 6 veces superior. Además, las noticias que eran mentira tenían un 70% más de "me gusta" que las verdaderas.
El estudio llegó a tener en cuenta la presencia de "bots" en Twitter, que se encargan de generar y amplificar las noticias falsas, a través de un software que los detectaba y eliminaba sus efectos en el estudio. Lo que llevó a una comprobación interesante y es que las noticias falsas creadas por humanos eran más seguidas que las que creaban los bots. Se trata de una propiedad del comportamiento humano que las máquinas aún no pueden imitar perfectamente.
Para entender por qué, los investigadores cuantificaron la 'novedad' de los tweets y encontraron que las noticias falsas se destacaban entre un una generalidad de tweets aleatorios. Un análisis de las palabras en los tweets sugirió que las noticias falsas infundían miedo, disgusto y sorpresa, mientras que las noticias verdaderas eran más propensas a despertar sentimientos que incluían tristeza, alegría y confianza
Así que esto en principio demuestra que las noticias falsas nos gustan más, como nos gustan más le damos más credibilidad y las difundimos más expandiendo la mentira.
Pero ¿a quién le interesa crear noticias falsas?. Es evidente que a todo aquel que quiera crear un caldo de cultivo adecuado en la opinión pública para que apoye sus intereses.
Hagamos un poco de Historia:
Las normas periodísticas de objetividad y equilibrio surgieron como una reacción violenta entre los periodistas contra el uso generalizado de la propaganda belicista en la Primera Guerra Mundial y el aumento de las relaciones públicas corporativas en la década de 1920. No hay más que recordar cómo propietarios de medios de comunicación como el político y magnate americano William Randolf Hearst (personaje retratado en la película Ciudadano Kane), intoxicaron occidente con mentiras sobre la Rusia Soviética (que aún perduran) a la vez que firmaba acuerdos con Goebbels, o las mentiras que se escribieron en sus medios o los de Joseph Pulitzer (sí, el del premio) sobre Cuba para preparar la intervención de EEUU contra España que solo pretendía hacerse con una isla estratégica y sus recursos.
William Randolf Hearst
Los oligopolios locales y nacionales creados por las tecnologías dominantes de distribución de información (impresión y emisión) del siglo XX permitieron que tras ese convulso inicio de siglo el periodismo se centrase en controlar la veracidad de la información.
Internet ha reducido el costo de entrada a nuevos competidores, muchos de los cuales han rechazado esas normas, y ha socavado los modelos comerciales de fuentes de noticias tradicionales que habían disfrutado de altos niveles de confianza y credibilidad. En EEUU la confianza general en los medios masivos cayó a mínimos históricos en 2016, especialmente en la derecha política, con el 51% de los demócratas y el 14% de los republicanos expresando 'una buena cantidad' o 'gran cantidad' de confianza en los medios de comunicación como fuente de noticias.
En Estados Unidos además, hay un fenómeno sociológico en las últimas décadas relacionado con la cada vez mayor homogeneidad ideológica del país. Las redes sociales homogéneas, a su vez, reducen la tolerancia a puntos de vista alternativos, amplifican la polarización actitudinal, aumentan la probabilidad de aceptar noticias ideológicamente compatibles y aumentan el cierre de la información nueva. La aversión del 'otro lado' (polarización afectiva) también ha aumentado. Estas tendencias han creado un contexto en el que las noticias falsas pueden atraer a una audiencia masiva.
Y según otro estudio epidemiológico sobre las fake-news en EEUU, eso es aprovechado por ejemplo, en la elección de Donald Trump. Twitter dice que entre 9 y 15 millones de sus cuentas son bots para crear y difundir noticias falsas. Facebook dice que tiene 60 millones de bots como usuarios con el mismo fin y además utilizan algoritmos para cambiar la relevancia de unas informaciones sobre otras. Y ambos han dicho que antes de las elecciones americanas, esas cuentas realizaron esfuerzos generalizados para llevar a cabo este tipo de manipulación durante las elecciones estadounidenses de 2016.
La evidencia sugiere que los esfuerzos de las campañas políticas para persuadir a los individuos pueden tener efectos limitados. Sin embargo, la mediación de muchas noticias falsas a través de las redes sociales podría acentuar su efecto debido al respaldo implícito que implica compartir. Más allá de la influencia electoral, lo que sabemos sobre los efectos de los medios de comunicación en general sugiere muchas vías potenciales de incidir en las personas, desde el aumento del cinismo y la apatía hasta el fomento del extremismo. Existe poca evaluación de los impactos de las noticias falsas a este respecto.
Para combatir las noticias falsas, se mencionan dos caminos.
El primero es que tenemos el poder de discernir qué es cierto y qué es falso. Existen organismos que se dedican a desenmascarar estas noticias falsas y a veces una corta investigación nos llevará a la certeza de que nos quieren engañar.
Pero por desgracia el cerebro humano tiene ciertos condicionamientos en su funcionamiento. Tendemos a no cuestionar la información, al menos mientras no viole nuestras creencias. Mientras las noticias falsas sean ideológicamente compatibles, las creeremos. La investigación también demuestra que las personas prefieren información que confirma sus actitudes preexistentes lo que se llama exposición selectiva, ven la información consistente con sus prejuicios como más persuasiva que la información disonante por culpa del sesgo de confirmación y se inclinan a aceptar información que les agrade por el sesgo de deseabilidad. Las creencias partidistas e ideológicas previas pueden impedir la aceptación de la verificación de hechos de una noticia falsa dada.
Es necesario espíritu crítico y realizar un cierto esfuerzo, a veces en contra de nuestras propias creencias y sesgos.
El segundo camino, viene de la tecnología.
Internet y las redes sociales, son el principal hábitat de la creación y difusión de las noticias falsas, a veces con el propósito simple de tener impacto y visitas que se pueden monetizar. Para muchas personas sin escrúpulos, es preferible algo que llame la atención aunque sea falso, pero que genere tráfico y dinero.
Y no nos engañemos, Google, Facebook, Twitter.... funcionan igual. No obstante, sí parece que podrían diseñarse bots capaces de analizar y encontrar fake news. De hecho, tanto Twitter como Facebook han anunciado que han eliminado bots y tienen medidas para evitarlos, pero no dan muchos detalles del cómo, cuánto y además, los creadores de estos bots crearán contramedidas en lo que será un juego del rato y el ratón.
Otra medida puede ser que las noticias lleven una clasificación de veracidad de la fuente y otras herramientas que nos permitan que haya menos noticias falsas y que el contenido de usuarios no verificados, al menos nos pueda dejar sombra de duda sobre lo que dicen.
En fin, que ojo con lo que se lee, sobre todo si no viene de una fuente seria y que no porque una noticia salga repetida en 20 sitios, es más veraz puesto que la replicación es parte de la naturaleza de las noticias falsas.
Muchos ya me conocéis desde hace tiempo y sabéis que intento ser bastante crítico con muchas noticias y que alguna vez, creo que os he demostrado que hay al menos argumentos objetivos para coger según qué cosas con pinzas.
Como soy curioso, sigo algunos podcast sobre ciencia (serios) y en uno de ellos mencionaron un artículo publicado en la revista Nature (una de las más prestigiosas del mundo), que trataba sobre las noticias falsas y aquí más o menos os lo traduzco y comento.
Este estudio liderado por Dean Eckles científico social del MIT, analizó más de 126000 noticias y su repercusión a través del seguimiento de 3 millones de usuarios de Twitter. Se trataba de ver qué noticias eran falsas, cuáles ciertas y cómo se expandían de unos usuarios a otros. Y es un tema de gran importancia, porque las noticias falsas han tenido mucha relevancia en hechos transcendentes como la elección de Donald Trump o el triunfo del Brexit.
Se constató, que las noticias falsas son más atractivas, las sigue más gente y se extienden a velocidades muy superiores. Así, solo unas pocas notiicas ciertas llegaban a 1000 usuarios, mientras que el 1% de las noticias falsas, llegaban incluso a 100.000 twiteros. La velocidad de propagación de las noticias en el caso de ser falsas, es mucho más alta. por ejemplo, entre las noticias que llegaron a 1500 usuarios, las falsas lo hicieron a una velocidad 6 veces superior. Además, las noticias que eran mentira tenían un 70% más de "me gusta" que las verdaderas.
El estudio llegó a tener en cuenta la presencia de "bots" en Twitter, que se encargan de generar y amplificar las noticias falsas, a través de un software que los detectaba y eliminaba sus efectos en el estudio. Lo que llevó a una comprobación interesante y es que las noticias falsas creadas por humanos eran más seguidas que las que creaban los bots. Se trata de una propiedad del comportamiento humano que las máquinas aún no pueden imitar perfectamente.
Para entender por qué, los investigadores cuantificaron la 'novedad' de los tweets y encontraron que las noticias falsas se destacaban entre un una generalidad de tweets aleatorios. Un análisis de las palabras en los tweets sugirió que las noticias falsas infundían miedo, disgusto y sorpresa, mientras que las noticias verdaderas eran más propensas a despertar sentimientos que incluían tristeza, alegría y confianza
Así que esto en principio demuestra que las noticias falsas nos gustan más, como nos gustan más le damos más credibilidad y las difundimos más expandiendo la mentira.
Pero ¿a quién le interesa crear noticias falsas?. Es evidente que a todo aquel que quiera crear un caldo de cultivo adecuado en la opinión pública para que apoye sus intereses.
Hagamos un poco de Historia:
Las normas periodísticas de objetividad y equilibrio surgieron como una reacción violenta entre los periodistas contra el uso generalizado de la propaganda belicista en la Primera Guerra Mundial y el aumento de las relaciones públicas corporativas en la década de 1920. No hay más que recordar cómo propietarios de medios de comunicación como el político y magnate americano William Randolf Hearst (personaje retratado en la película Ciudadano Kane), intoxicaron occidente con mentiras sobre la Rusia Soviética (que aún perduran) a la vez que firmaba acuerdos con Goebbels, o las mentiras que se escribieron en sus medios o los de Joseph Pulitzer (sí, el del premio) sobre Cuba para preparar la intervención de EEUU contra España que solo pretendía hacerse con una isla estratégica y sus recursos.
William Randolf Hearst
Los oligopolios locales y nacionales creados por las tecnologías dominantes de distribución de información (impresión y emisión) del siglo XX permitieron que tras ese convulso inicio de siglo el periodismo se centrase en controlar la veracidad de la información.
Internet ha reducido el costo de entrada a nuevos competidores, muchos de los cuales han rechazado esas normas, y ha socavado los modelos comerciales de fuentes de noticias tradicionales que habían disfrutado de altos niveles de confianza y credibilidad. En EEUU la confianza general en los medios masivos cayó a mínimos históricos en 2016, especialmente en la derecha política, con el 51% de los demócratas y el 14% de los republicanos expresando 'una buena cantidad' o 'gran cantidad' de confianza en los medios de comunicación como fuente de noticias.
En Estados Unidos además, hay un fenómeno sociológico en las últimas décadas relacionado con la cada vez mayor homogeneidad ideológica del país. Las redes sociales homogéneas, a su vez, reducen la tolerancia a puntos de vista alternativos, amplifican la polarización actitudinal, aumentan la probabilidad de aceptar noticias ideológicamente compatibles y aumentan el cierre de la información nueva. La aversión del 'otro lado' (polarización afectiva) también ha aumentado. Estas tendencias han creado un contexto en el que las noticias falsas pueden atraer a una audiencia masiva.
Y según otro estudio epidemiológico sobre las fake-news en EEUU, eso es aprovechado por ejemplo, en la elección de Donald Trump. Twitter dice que entre 9 y 15 millones de sus cuentas son bots para crear y difundir noticias falsas. Facebook dice que tiene 60 millones de bots como usuarios con el mismo fin y además utilizan algoritmos para cambiar la relevancia de unas informaciones sobre otras. Y ambos han dicho que antes de las elecciones americanas, esas cuentas realizaron esfuerzos generalizados para llevar a cabo este tipo de manipulación durante las elecciones estadounidenses de 2016.
La evidencia sugiere que los esfuerzos de las campañas políticas para persuadir a los individuos pueden tener efectos limitados. Sin embargo, la mediación de muchas noticias falsas a través de las redes sociales podría acentuar su efecto debido al respaldo implícito que implica compartir. Más allá de la influencia electoral, lo que sabemos sobre los efectos de los medios de comunicación en general sugiere muchas vías potenciales de incidir en las personas, desde el aumento del cinismo y la apatía hasta el fomento del extremismo. Existe poca evaluación de los impactos de las noticias falsas a este respecto.
Para combatir las noticias falsas, se mencionan dos caminos.
El primero es que tenemos el poder de discernir qué es cierto y qué es falso. Existen organismos que se dedican a desenmascarar estas noticias falsas y a veces una corta investigación nos llevará a la certeza de que nos quieren engañar.
Pero por desgracia el cerebro humano tiene ciertos condicionamientos en su funcionamiento. Tendemos a no cuestionar la información, al menos mientras no viole nuestras creencias. Mientras las noticias falsas sean ideológicamente compatibles, las creeremos. La investigación también demuestra que las personas prefieren información que confirma sus actitudes preexistentes lo que se llama exposición selectiva, ven la información consistente con sus prejuicios como más persuasiva que la información disonante por culpa del sesgo de confirmación y se inclinan a aceptar información que les agrade por el sesgo de deseabilidad. Las creencias partidistas e ideológicas previas pueden impedir la aceptación de la verificación de hechos de una noticia falsa dada.
Es necesario espíritu crítico y realizar un cierto esfuerzo, a veces en contra de nuestras propias creencias y sesgos.
El segundo camino, viene de la tecnología.
Internet y las redes sociales, son el principal hábitat de la creación y difusión de las noticias falsas, a veces con el propósito simple de tener impacto y visitas que se pueden monetizar. Para muchas personas sin escrúpulos, es preferible algo que llame la atención aunque sea falso, pero que genere tráfico y dinero.
Y no nos engañemos, Google, Facebook, Twitter.... funcionan igual. No obstante, sí parece que podrían diseñarse bots capaces de analizar y encontrar fake news. De hecho, tanto Twitter como Facebook han anunciado que han eliminado bots y tienen medidas para evitarlos, pero no dan muchos detalles del cómo, cuánto y además, los creadores de estos bots crearán contramedidas en lo que será un juego del rato y el ratón.
Otra medida puede ser que las noticias lleven una clasificación de veracidad de la fuente y otras herramientas que nos permitan que haya menos noticias falsas y que el contenido de usuarios no verificados, al menos nos pueda dejar sombra de duda sobre lo que dicen.
En fin, que ojo con lo que se lee, sobre todo si no viene de una fuente seria y que no porque una noticia salga repetida en 20 sitios, es más veraz puesto que la replicación es parte de la naturaleza de las noticias falsas.
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