16-02-2023, 15:33
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Las ventas de coches en Noruega o cómo destrozar un mercado alterando impuestos
Aunque solía hacerse referencia también a la alta renta per cápita de los noruegos, al bajo precio de la electricidad en el país nórdico o a la conciencia ecológica de sus habitantes como argumentos para razonar la elevadísima proporción de vehículos eléctricos en el total de matriculaciones, parece que las enormes ayudas concedidas durante los últimos años a esos automóviles sin emisiones eran las auténticas protagonistas de semejante fenómeno, sin igual en el resto del planeta. Y lo parece porque las autoridades noruegas, cansadas de perder los ingresos que, en forma de impuestos, recibían por la compra de coches nuevos, decidieron volver a gravar los vehículos eléctricos, que el año pasado supusieron ya el 79,3% de las ventas. Y si añadimos los híbridos PHEV, que fueron un 8,5%, las matriculaciones de vehículos enchufables alcanzaron el 87,8% en el país escandinavo.
Y esa nueva fiscalidad, con medidas de varias clases y que acaba con el chollo de comprar en Noruega un coche eléctrico, y especialmente los de lujo, entraba en vigor el pasado 1 de enero, pronosticándose un aumento de precios tan brutal en algunos casos que la mayoría de las marcas se apresuraron a matricular a finales de 2022 todos los vehículos que iban recibiendo en los concesionarios, incluso antes de que apareciese un comprador por la puerta. El resultado fue que, tanto en noviembre como en diciembre, las ventas de coches en Noruega crecieron como la espuma: aumento del 27,8% en el undécimo mes, y de nada menos que el 92% en el que cerraba el ejercicio, justo a tiempo para eludir el cambio en los impuestos. Porque en los últimos años, los eléctricos a la venta en Noruega presumían de un precio final muy inferior al que tenían en otros mercados.
De hecho, y es un ejemplo que muchos usuarios manejaban para ilustrar lo que ellos entendían como injusto, un Tesla Model 3, 100% eléctrico, resultaba bastante más barato que un Toyota Corolla de mecánica híbrida, lo que estaba empujando a los compradores con menos recursos, o a los que no deseaban un coche eléctrico, a optar por vehículos utilitarios como el Toyota Yaris, también híbrido.
Con el salto al nuevo año, y tras la implantación de una fiscalidad mucho menos amigable, el mercado se ha desmoronado, y si en diciembre las ventas (infladas claramente por las compras adelantadas y las automatriculaciones) fueron de 39.497 unidades, en el pasado enero se quedaron en 1.860 coches. Por comparar de una forma más científica, eso representa una caída del 76,6% en relación con enero de 2022, dejando el mercado noruego en cifras propias de hace 61 años, pues hay que irse hasta 1962, cuando el bestseller del país era el Escarabajo de Volkswagen, para encontrar matriculaciones tan bajas.
Básicamente han sacado nuevos impuestos progres, como el IMPUESTO AL PESO DEL VEHÍCULO, donde los eléctricos pringan a saco.
¿Es éste es nuestro futuro?
Las ventas de coches en Noruega o cómo destrozar un mercado alterando impuestos
Aunque solía hacerse referencia también a la alta renta per cápita de los noruegos, al bajo precio de la electricidad en el país nórdico o a la conciencia ecológica de sus habitantes como argumentos para razonar la elevadísima proporción de vehículos eléctricos en el total de matriculaciones, parece que las enormes ayudas concedidas durante los últimos años a esos automóviles sin emisiones eran las auténticas protagonistas de semejante fenómeno, sin igual en el resto del planeta. Y lo parece porque las autoridades noruegas, cansadas de perder los ingresos que, en forma de impuestos, recibían por la compra de coches nuevos, decidieron volver a gravar los vehículos eléctricos, que el año pasado supusieron ya el 79,3% de las ventas. Y si añadimos los híbridos PHEV, que fueron un 8,5%, las matriculaciones de vehículos enchufables alcanzaron el 87,8% en el país escandinavo.
Y esa nueva fiscalidad, con medidas de varias clases y que acaba con el chollo de comprar en Noruega un coche eléctrico, y especialmente los de lujo, entraba en vigor el pasado 1 de enero, pronosticándose un aumento de precios tan brutal en algunos casos que la mayoría de las marcas se apresuraron a matricular a finales de 2022 todos los vehículos que iban recibiendo en los concesionarios, incluso antes de que apareciese un comprador por la puerta. El resultado fue que, tanto en noviembre como en diciembre, las ventas de coches en Noruega crecieron como la espuma: aumento del 27,8% en el undécimo mes, y de nada menos que el 92% en el que cerraba el ejercicio, justo a tiempo para eludir el cambio en los impuestos. Porque en los últimos años, los eléctricos a la venta en Noruega presumían de un precio final muy inferior al que tenían en otros mercados.
De hecho, y es un ejemplo que muchos usuarios manejaban para ilustrar lo que ellos entendían como injusto, un Tesla Model 3, 100% eléctrico, resultaba bastante más barato que un Toyota Corolla de mecánica híbrida, lo que estaba empujando a los compradores con menos recursos, o a los que no deseaban un coche eléctrico, a optar por vehículos utilitarios como el Toyota Yaris, también híbrido.
Con el salto al nuevo año, y tras la implantación de una fiscalidad mucho menos amigable, el mercado se ha desmoronado, y si en diciembre las ventas (infladas claramente por las compras adelantadas y las automatriculaciones) fueron de 39.497 unidades, en el pasado enero se quedaron en 1.860 coches. Por comparar de una forma más científica, eso representa una caída del 76,6% en relación con enero de 2022, dejando el mercado noruego en cifras propias de hace 61 años, pues hay que irse hasta 1962, cuando el bestseller del país era el Escarabajo de Volkswagen, para encontrar matriculaciones tan bajas.
Básicamente han sacado nuevos impuestos progres, como el IMPUESTO AL PESO DEL VEHÍCULO, donde los eléctricos pringan a saco.
¿Es éste es nuestro futuro?