El fabricante americano, ha anunciado que entra en un momento en el que tendrá que tomar decisiones difíciles, lo que posiblemente incluya cierres de fábricas y despidos. Ford afronta una gran reestructuración para los próximos 3-5 años que tendrá importantes consecuencias a todos los niveles y de la que aún no se han dado datos de alcance o a qué zonas comerciales y países afectará más o menos, aunque parece que tendrá un coste de 11 mil millones de dólares.
Esto también implica un cambio de estrategia. Como ya había anunciado, el cese de la fabricación de berlinas para centrarse en los SUV por su superior rentabilidad, es una de estas medidas, pero otra ha sido comunicada recientemente al anunciar una nueva división que se encargará de desarrollar vehículos autónomos con una fuerte inversión.
Parece que el proteccionismo de Trump, no está consiguiendo que los fabricantes de EEUU consigan ir mejor. Personalmente, creo que es al revés, que cuestiones como permitirles aplazar las medidas antipolución y poner barreras a la importación, les ponen en peores condiciones de cara a competir en un mercado que es global.
Los fabricantes extranjeros, pueden seguir exportando modelos de lujo sin competencia y con pingües beneficios a EEUU, mientras que invirtiendo en fábricas pueden competir con garantías en ese mercado llevándose el dinero de los americanos fuera de sus fronteras y teniendo cada vez más cuota de mercado, puesto que son todos ellos fabricantes acostumbrados a luchar en condiciones más exigentes en todos los términos.
Pero el proteccionismo ha tenido otras consecuencias desagradables, puesto que los aranceles al acero y aluminio, ha supuesto un aumento de los costes productivos para Ford. Se me ocurre pensar, que tal vez las acerías americanas protegidas en su mercado, no tengan el nivel de calidad que Ford necesita y no puedan sustituir a proveedores extranjeros, que ahora son más caros.
El gigante estadounidense, ha reducido sus beneficios en el segundo trimestre a la mitad y también han caído sus ingresos, por lo que empieza a cundir cierto nerviosismo, que tampoco puede descartar que incluso surjan asociaciones estratégicas con otros fabricantes. Ojo a Fiat o PSA, que buscan novias.
Esto también implica un cambio de estrategia. Como ya había anunciado, el cese de la fabricación de berlinas para centrarse en los SUV por su superior rentabilidad, es una de estas medidas, pero otra ha sido comunicada recientemente al anunciar una nueva división que se encargará de desarrollar vehículos autónomos con una fuerte inversión.
Parece que el proteccionismo de Trump, no está consiguiendo que los fabricantes de EEUU consigan ir mejor. Personalmente, creo que es al revés, que cuestiones como permitirles aplazar las medidas antipolución y poner barreras a la importación, les ponen en peores condiciones de cara a competir en un mercado que es global.
Los fabricantes extranjeros, pueden seguir exportando modelos de lujo sin competencia y con pingües beneficios a EEUU, mientras que invirtiendo en fábricas pueden competir con garantías en ese mercado llevándose el dinero de los americanos fuera de sus fronteras y teniendo cada vez más cuota de mercado, puesto que son todos ellos fabricantes acostumbrados a luchar en condiciones más exigentes en todos los términos.
Pero el proteccionismo ha tenido otras consecuencias desagradables, puesto que los aranceles al acero y aluminio, ha supuesto un aumento de los costes productivos para Ford. Se me ocurre pensar, que tal vez las acerías americanas protegidas en su mercado, no tengan el nivel de calidad que Ford necesita y no puedan sustituir a proveedores extranjeros, que ahora son más caros.
El gigante estadounidense, ha reducido sus beneficios en el segundo trimestre a la mitad y también han caído sus ingresos, por lo que empieza a cundir cierto nerviosismo, que tampoco puede descartar que incluso surjan asociaciones estratégicas con otros fabricantes. Ojo a Fiat o PSA, que buscan novias.
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