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Fotografías de la tregua de Navidad de 1914

En la víspera de la Navidad de 1914, durante la Primera Guerra Mundial, los soldados de la Fuerza Expedicionaria Británica (BEF) escucharon a las tropas alemanas en las trincheras situadas frente a ellos, cantando villancicos y canciones patrióticas, mientras veían linternas y pequeños abetos a lo largo de las zanjas. Los hombres comenzaron a gritarse mensajes entre las trincheras, produciéndose un hecho histórico, la denominada Tregua de Navidad de 1914. 

El 25 de diciembre de 1914, soldados británicos y alemanes se reunieron en tierra de nadie e intercambiaron regalos, tomaron fotografías, e incluso algunos jugaron partidos improvisados ​​de fútbol. También se aprovechó la breve tregua en la batalla para enterrar víctimas, o reparar trincheras y refugios. 

La tregua no se produjo en realidad en todas partes a lo largo del frente occidental, ya que en varios lugares los combates continuaron y se siguieron produciendo bajas en el día de Navidad. 

La mayoría de oficiales mostraron su desacuerdo con esta tregua, debido a a que consideraban que podía socavar el espíritu de lucha. En algunos lugares del frente, la tregua de Navidad se extendió hasta año nuevo o incluso varios días más. Acabada la tregua, los altos mandos intentaron evitar que se produjeran nuevas situaciones similares en el futuro, tomando medidas como el bombardeo de artillería la víspera de Navidad para mantener la intensidad del combate en todo momento. 

Al año siguiente, se volvieron a producir pequeños encuentros entre soldados enemigosdurante esta festividad, pero a mucha menor escala que la Tregua de Navidad de 1914, y prácticamente desparecieron a partir de 1916, tras las sangrientas batalla del Somme y batalla de Verdún que recrudecieron la guerra. 





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Esto sentó un precedente que los mandos militares consideraron peligroso y pusieron especial celo para evitar que volviera a pasar intentando por ejemplo, hacerse con los negativos de las fotografías que atestiguaban lo que pasó para evitar que se extendiese ese sentimiento de confraternizar con el enemigo. Sin embargo siguió ocurriendo a lo largo de la guerra como por ejemplo se sabe de un vigía francés que al oler la comida de los alemanes, les preguntó si podía comer con ellos, le respondieron que sí de broma pero salió de su puesto, avanzó por la tierra de nadie y se puso a la cola del rancho comiendo con sus enemigos, hecho que se repitió varios días o el caso los alemanes que lanzaron una piedra con un mensaje a las trincheras inglesas, advirtiéndoles que sus mandos les obligaban a disparar un obús al día pero que no querían hacerles daño, así que antes de la hora de lanzarlo que eran las 6 de la tarde, tocarían un silbato para que se resguardasen como así fue.

Con el transcurrir de la guerra, la motivación de los soldados fue disminuyendo y la Navidad de 1914 estaba en la mente de muchos. Para evitar que volviera a suceder algo así, cualquier sospecha de baja actitud en el combate, era castigada con severidad hasta que en 1916 tras el fracaso de la ofensiva de Nivelle, hubo muchos motines de soldados franceses hartos de vivir como ratas en las trincheras y de morir como cucarachas en el campo de batalla. Aunque las fuentes oficiales tienden a disminuir las consecuencias de la represión, se teme que cientos de ellos fueron fusilados por orden del infame general Petain (que en la Segunda Guerra Mundial sería el jefe de estado del régimen colaboracionista nazi de Vichy durante la invasión alemana de Francia), para servir de castigo ejemplarizante, siguiendo el mismo proceder que la triste decimatio romana, que consistía en ejecutar 1 de cada 10 soldados de forma aleatoria. Estos actos miserables, fueron llevados a cabo siguiendo órdenes de los altos mandos con ideas clasistas y desfasadas de lo que debería ser la guerra, algunos incluso ejecutados por sus propios oficiales sin juicio alguno acusados de cobardía y que no figuran en las estadísticas como ajusticidados.

Con estas cosas, siempre recuerdo aquella frase de "Y si un día hay una guerra y no vamos nadie". El uso de la violencia a veces de forma gratuita y desproporcionada para infundir miedo en las tropas para que decidan que tienen más probabilidades de sobrevivir combatiendo que no haciéndolo, se ha usado históricamente montones de veces.