EEUU, como cualquier país del primer mundo, está inmerso en una rápida evolución del mundo del motor que fundamentalmente se centra en dos aspectos, el coche eléctrico donde el fabricante local Tesla es punta de lanza mundial y también, el automóvil autónomo donde empresas punteras incluso fuera del mundo del motor como Nvidia, o expresamente creadas para este fin como Waymo perteneciente a Google, realizan importantes esfuerzos económicos e investigadores para hacer progresar estas tecnologías.
Pero si bien esto no sorprende, sí lo hace el hecho de que parte de la ciudadanía se opone férreamente a estos cambios. El automóvil como sabemos, está profundamente enraizado en la cultura americana y parece que a muchos les cuesta acepta reste cambio de paradigma máxime, cuando durante décadas han estado avanzando y utilizando conceptos de movilidad que ya hace tiempo que se dan por obsoletos en otras partes del mundo, algo que incluso ha llevado y está llevando a crisis importantes a su industria tradicional del motor. Los grandes coches, pesados y ostentosos, movidos por enormes e ineficientes motores, hace tiempo que han dejado de tener su razón de ser, pero que aún mantienen el interés y la demanda de una parte importante de consumidores más tradicional.
Y todo esto no tendría más transcendencia que la mera curiosidad sociológica, de no ser porque parece que parte de este público se está movilizando en contra del avance que la industria ha emprendido como camino de futuro. De hecho, se están produciendo comportamientos incívicos que bajo el nombre de "ICEing" (de ICE siglas en inglés de motor de combustión interna), se dedican a aparcar fundamentalmente Pick-Ups como uno de los máximos símbolos de la cultura americana del exceso y derroche, en plazas con cargadores para vehículos eléctricos, molestando a sus legítimos propietarios y haciendo visible su protesta mediante esta burla, hacia los coches eléctricos.
Pero el asunto parece que se está empezando a ir de las manos y el asunto ha llegado ya a la violencia. En la pequeña ciudad de Chandler próxima a Phoenix en Arizona, Waymo está haciendo pruebas con coches autónomos puesto que se necesitan datos reales de circulación para mejorar la tecnología. Desde 2017, se han producido ataques desde ruedas rajadas a insultos y lanzamiento de piedras y otros objetos contra estos vehículos y sus conductores. Incluso personas armadas han parado coches. Un peatón atropellado en un pueblo cercano en marzo (aquella mujer cruzando a oscuras por medio de la carretera) no ayudó a que los ánimos se calmasen ni mucho menos y es que, los habitantes de esta ciudad tienen una mezcla de miedo por la inseguridad de que prototipos potencialmente peligrosos circulen por sus calles, miedo a que el cambio tecnológico afecte a sus trabajos y seguramente también, miedo a lo desconocido. Hace solo unos días, la policía tuvo que intervenir ante la actitud de un conductor que interponiéndose con su Jeep en el camino de uno de estos coches, le obligó a detenerse al parecer en venganza porque según él uno de estos vehículos estuvo a punto de atropellar a un hijo de 10 años.
El caso es que aunque ya sabemos que no siempre llueve a gusto de todos, algunas cosas empiezan a tomar un cariz que puede llegar a ser preocupante.
Pero si bien esto no sorprende, sí lo hace el hecho de que parte de la ciudadanía se opone férreamente a estos cambios. El automóvil como sabemos, está profundamente enraizado en la cultura americana y parece que a muchos les cuesta acepta reste cambio de paradigma máxime, cuando durante décadas han estado avanzando y utilizando conceptos de movilidad que ya hace tiempo que se dan por obsoletos en otras partes del mundo, algo que incluso ha llevado y está llevando a crisis importantes a su industria tradicional del motor. Los grandes coches, pesados y ostentosos, movidos por enormes e ineficientes motores, hace tiempo que han dejado de tener su razón de ser, pero que aún mantienen el interés y la demanda de una parte importante de consumidores más tradicional.
Y todo esto no tendría más transcendencia que la mera curiosidad sociológica, de no ser porque parece que parte de este público se está movilizando en contra del avance que la industria ha emprendido como camino de futuro. De hecho, se están produciendo comportamientos incívicos que bajo el nombre de "ICEing" (de ICE siglas en inglés de motor de combustión interna), se dedican a aparcar fundamentalmente Pick-Ups como uno de los máximos símbolos de la cultura americana del exceso y derroche, en plazas con cargadores para vehículos eléctricos, molestando a sus legítimos propietarios y haciendo visible su protesta mediante esta burla, hacia los coches eléctricos.
Pero el asunto parece que se está empezando a ir de las manos y el asunto ha llegado ya a la violencia. En la pequeña ciudad de Chandler próxima a Phoenix en Arizona, Waymo está haciendo pruebas con coches autónomos puesto que se necesitan datos reales de circulación para mejorar la tecnología. Desde 2017, se han producido ataques desde ruedas rajadas a insultos y lanzamiento de piedras y otros objetos contra estos vehículos y sus conductores. Incluso personas armadas han parado coches. Un peatón atropellado en un pueblo cercano en marzo (aquella mujer cruzando a oscuras por medio de la carretera) no ayudó a que los ánimos se calmasen ni mucho menos y es que, los habitantes de esta ciudad tienen una mezcla de miedo por la inseguridad de que prototipos potencialmente peligrosos circulen por sus calles, miedo a que el cambio tecnológico afecte a sus trabajos y seguramente también, miedo a lo desconocido. Hace solo unos días, la policía tuvo que intervenir ante la actitud de un conductor que interponiéndose con su Jeep en el camino de uno de estos coches, le obligó a detenerse al parecer en venganza porque según él uno de estos vehículos estuvo a punto de atropellar a un hijo de 10 años.
El caso es que aunque ya sabemos que no siempre llueve a gusto de todos, algunas cosas empiezan a tomar un cariz que puede llegar a ser preocupante.
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