En EEUU Donald Trump ya prometió cuando se presentó al cargo que haría caso de las propuestas en general de la industria del motor en cuanto a emisiones. Los fabricantes tenían que asumir el plan de Obama que imponía en 2012 reducir los consumos medios de sus gamas a 5 l/100 km en 2026 o en lenguaje norteamericano, 46,7 mpg y eso no les hacía muy felices. Tras la llegada de Trump sin embargo, la administración a través de la EPA y la NHTSA decidieron congelar los niveles requeridos de 2020 hasta 2026, lo que supone un consumo de 37 mpg, unos 6,5 litros aunque se especula que al final podría quedar en una cosa intermedia.
Esto no era bastante porque aún existían muchos estados que además tienen mucha importancia en las ventas, que mantenían unos niveles de emisiones mucho más severos por lo que el gobierno americano decidió atacar la raíz del problema imponiendo que sería una ley federal la que prevalecería impidiendo que los diferentes estados pudieran legislar por su cuenta.
Esto ha supuesto una guerra política abierta sobre la autonomía de los estados frente al gobierno federal y ni más ni menos que 23 estados con la poderosa California al frente, se han opuesto frontalmente a esa decisión.
Y llegado este momento de conflicto, toca posicionarse y los fabricantes lo han hecho. GM, Toyota, Hyundai y FCA se han puesto del lado de Donald Trump decantándose claramente por una postura conservadora que no les obligue afrontar inversiones para poder cumplir con los objetivos más severos.
Sin embargo Ford, VW, Honda y BMW han decidido firmar un acuerdo voluntariamente con el que se comprometen a cumplir las normativas de California en emisiones y vehículos de cero emisiones.
La guerra por tanto está servida y que sobre todo GM juega con fuego. Al fin y al cabo tanto Toyota, como Hyundai o FCA por imposiciones de otros mercados van a seguir desarrollando tecnologías eficientes y limpias que en el caso en el que gane un demócrata y vuelva a la posición previa, les permitirían adaptarse. GM encerrada en su mercado parece que quiere aferrarse a un mundo que se deshace.
Esto no era bastante porque aún existían muchos estados que además tienen mucha importancia en las ventas, que mantenían unos niveles de emisiones mucho más severos por lo que el gobierno americano decidió atacar la raíz del problema imponiendo que sería una ley federal la que prevalecería impidiendo que los diferentes estados pudieran legislar por su cuenta.
Esto ha supuesto una guerra política abierta sobre la autonomía de los estados frente al gobierno federal y ni más ni menos que 23 estados con la poderosa California al frente, se han opuesto frontalmente a esa decisión.
Y llegado este momento de conflicto, toca posicionarse y los fabricantes lo han hecho. GM, Toyota, Hyundai y FCA se han puesto del lado de Donald Trump decantándose claramente por una postura conservadora que no les obligue afrontar inversiones para poder cumplir con los objetivos más severos.
Sin embargo Ford, VW, Honda y BMW han decidido firmar un acuerdo voluntariamente con el que se comprometen a cumplir las normativas de California en emisiones y vehículos de cero emisiones.
La guerra por tanto está servida y que sobre todo GM juega con fuego. Al fin y al cabo tanto Toyota, como Hyundai o FCA por imposiciones de otros mercados van a seguir desarrollando tecnologías eficientes y limpias que en el caso en el que gane un demócrata y vuelva a la posición previa, les permitirían adaptarse. GM encerrada en su mercado parece que quiere aferrarse a un mundo que se deshace.
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