11-02-2020, 21:06
Europa lleva meses coqueteando con su próxima recesión. A la salida del Reino Unido de la Unión Europea, la guerra comercial abierta por Donald Trump y la desaceleración del ciclo expansivo hay que sumar ahora otros factores de riesgo, como el coronavirus. Elementos que han cristalizado en un dato inquietante: la producción industrial de Alemania, epicentro de la economía del continente, se ha hundido en 2019.
Cifras. Muy especialmente en diciembre, donde cayó un 3,5% respecto al año anterior. En agregado, la industria alemana ha sufrido un annus horribilis, desplomándose por debajo del 7% en los últimos doce meses y hundiendo los pedidos de las fábricas nacionales por debajo del 2%. La desaceleración industrial ha recuperado una palabra antaño olvidada, y esquivada por los pelos en los dos últimos cursos.
Coches. En el ojo del huracán, el sector del automóvil, principal vector de crecimiento del país y empleador de más de 2.800.000 trabajadores directos e indirectos. La producción de vehículos volvió a caer más de un 5% durante el otoño, y cerrará el año hundida un 14% respecto a 2018. En su caída ha arrastrado a las economías centrales y del este, muy dependientes del músculo manufacturero de Alemania.
La producción industrial de Eslovaquia o Chequia, por ejemplo, cayó un 4,4% y un 3,1% respectivamente en noviembre.
Arrastre. ¿Alemania como síntoma o como causa? Sea cual sea la respuesta, el resto de grandes economías europeas siguen su estela. En diciembre, la producción industrial de Francia cayó un 2,8%; la de España, un 1,4%; la de Países Bajos, un 1,7%; y la de Italia, un 4,3%.
Transición. Parte de la caída se debe a la transición acometida por la gran industria alemana, centrada en el coche eléctrico, circunstancia que ha reducido la producción a un mínimo histórico (4,7 millones de vehículos en 2019, el dato más bajo en veinte años). Pero parte se debe al contexto internacional. La contracción económica de China y su pacto preliminar con Estados Unidos afectará negativamente a Alemania.
De forma simple, Alemania se había acostumbrado a regar las carreteras y fábricas chinas con sus coches y maquinaria, cuadrando su balanza comercial. Cualquier ralentización del comercio chino, como la esperable en los próximos meses, afecta directamente a Alemania, cuya economía depende mucho de las exportaciones (47% del PIB).
Perspectivas. Alemania creció un 0,6% el pasado año, y se espera que lo haga un 0,4% este, su cifra más modesta desde la última recesión. Para algunos analistas, como Alicia García Herrero, la recesión de Alemania es inevitable. Lo que afectará directamente a España, frenando el ya exiguo crecimiento. ¿Síntomas? En el paro, al alza desde septiembre y con señales muy preocupantes en enero (ahora mismo al 13,8%).
Las perspectivas alemanas son tan grises que hay quien ya habla, otra vez, del "enfermo de Europa". Una tendencia que cierne una alargada sombra sobre España y el resto del continente.