Pues todo empezó en el Salón del Automóvil de Barcelona de 2007
Ya por aquél entonces me encantaban los Lotus. Había visto algún video de Top Gear, por lo que sabía de las bondades del Elise, pero nunca había visto uno siquiera. Caminando por uno de los pabellones, nos encontramos con el stand de la marca inglesa. Cómo el resto de las marcas "premium" estaba cerrado por una mampara, así que me acerqué hasta ella para observar los coches que había, y allí estaba, un Elise en el famoso British Racing Green. Era precioso. Mi amigo Javi debío haber visto la cara que se me quedó al verlo, porque me dijo: Quieres subirte?
Me quedé un poco de cuadros. Claro que me encantaría, pensé, pero también es verdad que no veía posible que me dejaran entrar, iba con camiseta, pantalones pirata y zapatillas, vamos lo completamente opuesto al cliente potencial de un coche de más de 40.000 euros.
Por suerte, Javi tenía menos verguenza y más labia que yo, y aún hoy no sé cómo convenció al comercial para que me dejara subirme. Lo recuerdo cómo si fuera ayer.. Abrí la pequeña portezuela de plástico y me subí. Subirse, es un decir, porque lo que haces más que subir es dejarse caer. Me quedé alucinado con ese cockpit minimalista, una postura perfecta, muy estirado, un volante pequeño y un baquet que te siente cómo un guante.
Sabía que quería uno, no dejaba de pensarlo. Por aquél entonces aún tenía mi Smart Roadster, seguramente lo más parecido a un plasticoche que podía tener por aquél entonces, pero no me atrevía a hacer el cambio.
Hasta que un colega se compró un Opel Speedster, el primo bastardo del Elise. Montarse en parado es una cosa, en movimiento es algo totalmente distinto.
Me monté varias veces de copi, pero lo que quería era conducirlo. Y el destino quiso que el primer sitio dónde lo hiciera fuera en el mejor trazado del mundo:
Nurburgring nevado en un coche que no es mío, quién dijo miedo?
Fue sencillamente orgásmico. No hay nada parecido a llevar algo así, es todo tan directo, tan visceral... no hay ningún tipo de aislamiento entre tú y la carretera.. Sabía que debía tener uno.
Empecé mirando Elises S1 y S2, pero la mala fama de los motores Rover y un par de malas experiencias me hicieron decantarme por los Speedster. Conseguir uno fue toda una odisea, ya que cuánto empecé a mirar, los que estaban a la venta a un precio decente volaban de las manos de sus vendedores. Fue el principio de la burbuja y el único que encontré dentro de mi presupuesto fue uno con 170.000 km. La unidad ex-Adonai:
Cuidado, ésto muerde:
Disfruté mucho con mi Speedster. Es un coche muy divertido, que te da mucho por muy poco.
Sin embargo, estaba peor mecánicamente de lo que creía. Cada vez que solucionaba algo, aparecia otra cosa. Me hubiera gustado tener tiempo y un sitio para poder desmontarlo entero y dejarlo cómo se merecía. Pero no fue el caso, y me estaba cansando.
Finalmente lo vendí el año pasado.
Pese a ello, sigo enamorado de los plasticoches. Sigo pensando que pese a los cuidados que requieren, merecen muchísmo la pena. No hay ningún coche que te dé tantas sensaciones por tan poco.
Aún hoy hecho de menos esa sensación de inmediatez, esa sobrecarga de los sentidos que significa llevar un coche así.
De vez en cuando miro autoscout a ver qué hay. Algún día volveré a tener uno, eso seguro.
Ya por aquél entonces me encantaban los Lotus. Había visto algún video de Top Gear, por lo que sabía de las bondades del Elise, pero nunca había visto uno siquiera. Caminando por uno de los pabellones, nos encontramos con el stand de la marca inglesa. Cómo el resto de las marcas "premium" estaba cerrado por una mampara, así que me acerqué hasta ella para observar los coches que había, y allí estaba, un Elise en el famoso British Racing Green. Era precioso. Mi amigo Javi debío haber visto la cara que se me quedó al verlo, porque me dijo: Quieres subirte?
Me quedé un poco de cuadros. Claro que me encantaría, pensé, pero también es verdad que no veía posible que me dejaran entrar, iba con camiseta, pantalones pirata y zapatillas, vamos lo completamente opuesto al cliente potencial de un coche de más de 40.000 euros.
Por suerte, Javi tenía menos verguenza y más labia que yo, y aún hoy no sé cómo convenció al comercial para que me dejara subirme. Lo recuerdo cómo si fuera ayer.. Abrí la pequeña portezuela de plástico y me subí. Subirse, es un decir, porque lo que haces más que subir es dejarse caer. Me quedé alucinado con ese cockpit minimalista, una postura perfecta, muy estirado, un volante pequeño y un baquet que te siente cómo un guante.
Sabía que quería uno, no dejaba de pensarlo. Por aquél entonces aún tenía mi Smart Roadster, seguramente lo más parecido a un plasticoche que podía tener por aquél entonces, pero no me atrevía a hacer el cambio.
Hasta que un colega se compró un Opel Speedster, el primo bastardo del Elise. Montarse en parado es una cosa, en movimiento es algo totalmente distinto.
Me monté varias veces de copi, pero lo que quería era conducirlo. Y el destino quiso que el primer sitio dónde lo hiciera fuera en el mejor trazado del mundo:
Nurburgring nevado en un coche que no es mío, quién dijo miedo?
Fue sencillamente orgásmico. No hay nada parecido a llevar algo así, es todo tan directo, tan visceral... no hay ningún tipo de aislamiento entre tú y la carretera.. Sabía que debía tener uno.
Empecé mirando Elises S1 y S2, pero la mala fama de los motores Rover y un par de malas experiencias me hicieron decantarme por los Speedster. Conseguir uno fue toda una odisea, ya que cuánto empecé a mirar, los que estaban a la venta a un precio decente volaban de las manos de sus vendedores. Fue el principio de la burbuja y el único que encontré dentro de mi presupuesto fue uno con 170.000 km. La unidad ex-Adonai:
Cuidado, ésto muerde:
Disfruté mucho con mi Speedster. Es un coche muy divertido, que te da mucho por muy poco.
Sin embargo, estaba peor mecánicamente de lo que creía. Cada vez que solucionaba algo, aparecia otra cosa. Me hubiera gustado tener tiempo y un sitio para poder desmontarlo entero y dejarlo cómo se merecía. Pero no fue el caso, y me estaba cansando.
Finalmente lo vendí el año pasado.
Pese a ello, sigo enamorado de los plasticoches. Sigo pensando que pese a los cuidados que requieren, merecen muchísmo la pena. No hay ningún coche que te dé tantas sensaciones por tan poco.
Aún hoy hecho de menos esa sensación de inmediatez, esa sobrecarga de los sentidos que significa llevar un coche así.
De vez en cuando miro autoscout a ver qué hay. Algún día volveré a tener uno, eso seguro.
Cualquier coche que dure más de una carrera es demasiado pesado - Colin Chapman
El coche se hace girar con los pies, el volante es sólo para presentarlo a la curva - Stirling Moss
El coche se hace girar con los pies, el volante es sólo para presentarlo a la curva - Stirling Moss